El domingo regresé de Córdoba donde estuve un par de meses. La ciudad la conozco bien pues, cuando estudiante, viví en ella algo más de 6 años. En este viaje me llamó la atención la enorme cantidad de palomas, tanto domésticas como torcazas, que airosamente planean en aquellos cielos más claros que los nuestros. Pero, la gran sorpresa me la depararon las cotorras que también se lanzaron a la conquista de la ciudad. Están por todas partes. Anidan en plazas céntricas donde antaño eran impensadas y comen toda clase de residuos orgánicos que se echan a la basura. Su desprejuiciado parloteo se oye allí donde hay árboles altos como cipreses y eucaliptus. Si hasta le dan cierto toque de vivacidad a los otrora silenciosos cementerios.
Entre tanto aquella vieja oleada invasora, los gorriones que dicen trajo Sarmiento, cede terreno a ojos vistas.
Cedro de plaza Colón conquistado por la invasión verde:

Aquí haciendo el mantenimiento de la vivienda.

Continúan las tareas de reparaciones:

Fisgoneando el barrio:

Prima mangiare:

Dopo descansare:

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